Habitualmente en este estado entramos tras una situación de pérdida, fracaso, nos sentimos culpables, mal con nosotros mismos y empezamos a ver las cosas de un modo muy negativo, a ser críticos y severos con nosotros mismos y a no tener motivación ni esperanzas en el futuro. Como no vemos solución, tendemos a no hacer nada, mantenernos pasivos y a aislarnos del mundo. Llegados a este punto, entramos en un círculo vicioso del que es difícil salir, ya que nuestra negatividad y falta de motivación fomenta la pasividad, y la pasividad fomenta el ver las cosas de un modo negativo, creyendo que nunca cambiarán y que no dependen de nosotros. Además tendemos a centrarnos mucho en nuestros pensamientos negativos y a no ver toda la realidad (“Si me siento mal, es que está todo mal”) y sólo quedarnos con lo malo.

En estas condiciones es recomendable esforzarnos por salir de nuestro estado de aislamiento y negatividad, y empezar a llevar a cabo comportamientos que fomenten nuestra iniciativa, distraigan nuestra mente y se empiece a despertar en nosotros la motivación y la ilusión, que a su vez hará que vayamos viendo como las cosas van cambiando gracias a nosotros y que vamos tomando las riendas.

Evidentemente, la situación no es sencilla y también hay que desmontar creencias, modelos educativos, y sentimientos tan fuertes como la sensación de fracaso y el malestar hacia uno mismo. Pero con una buena orientación podrás llegar a lograr pequeñas metas que a su vez te facilitarán conseguir objetivos mayores.