"Llevo una temporada que no me encuentro bien, sin ilusión, con cierta inquietud. No sé muy bien lo que me pasa ni cómo encontrarme más aliviado/a"
"Mi vida ha dejado de gustarme, lo que antes me parecía bien, me llenaba, me motivaba, no es tan satisfactorio ni me llena igual"
"Estoy rara, distinta, como si no fuera la misma, paralizada igual necesito tomar decisiones o es demasiado tarde"
Estos son ejemplos de testimonios que en mi consulta he podido escuchar y que podrían tratarse de momentos de crisis.
No son fáciles de identificar porque la persona quizás, en el momento actual, no tiene problemas graves, incluso se encuentra en una etapa estable. Por ello no parece haber una explicación clara sobre la causa de no encontrar mejoraría con el paso del tiempo. Por mi experiencia y después de ir profundizando en cada caso, la causa de ese estado de ánimo difuso, de malestar que no mejora y sin explicación clara, serían 3 posibles escenarios que paso a explicar a continuación.
Duelos "no sanados" Es posible que a lo largo de los años hayamos ido "acumulando" pérdidas y cambios. Seguimos adelante pero las heridas no están cicatrizadas.
Podemos haber sufrido enfermedades, muertes y desgracias que en su momento tuvimos que continuar pero el vacío sigue ahí, acompañado de la culpa o la tristeza de aquello que nos falta.
En otras ocasiones no son acontecimientos tan dramáticos, pero nos han ocurrido muchas cosas, muy deprisa, sin poder dedicar el tiempo necesario a procesar todo lo acontecido. Desde cambios de domicilios, de trabajos, nacimientos. Que por ser sucesos aparentemente buscados o no, pero no tan negativos, nos puede costar más darles la importancia suficiente para reflexionar sobre cómo estamos y cómo nos ha cambiado tal circunstancia.
Cambios de "ciclo vital" A medida que van pasando los años podemos ir cambiando de ciclo. Puede ir asociado a la edad, a las vivencias, a lo que socialmente se espera de nosotros. Pasamos de esa infancia donde fuimos dependientes y muy vulnerables al cuidado de los demás.
Siguiendo por la adolescencia donde el grupo ocupa ahora nuestra prioridad y donde la identidad se crea a partir de esos cambios físicos y sentirnos diferentes y autónomos con respecto a nuestros padres. Período en el que nos van a afectar mucho sentirnos parte o no de ese grupo, nuestro éxito en los estudios va a determinar en gran parte nuestro futuro académico, tenemos que tomar ya decisiones sobre intereses profesionales pero sin sentir esa certidumbre sobre quienes somos ni claramente nuestros gustos.
Pasamos por una juventud cargada cada vez más de responsabilidades, éxitos al igual que fracasos, relaciones sentimentales, mirando con cierta inquietud ya el mundo laboral que con suerte, ya conocemos o no nos da esa oportunidad de empezar con entusiasmo pero sin experiencia.
Como adultos vamos necesitando cada vez más una estabilidad económica, relaciones de pareja quizás más estables, formar o no una familia. La mujer, que busca ese difícil equilibrio entre seguir su desarrollo laboral y ser madre, preocupada por no atrasar mucho, si así lo decide, el desafío de ser madre.
Poco a poco, sentimos que la vida va avanzando, con satisfacciones, pérdidas, cambios, decisiones con consecuencias y posibles "mochilas" que descubrimos que llevamos a las espaldas. Bienvenido a la madurez, a la sensación del paso del tiempo y del camino que dejamos atrás.
Nuestra salud quizás no es tan buena, tenemos alguna dolencia menor y/o mayor, nos cansamos más, podemos dormir algo peor. Vamos entrando en la senectud, con mayor conciencia de las pérdidas, de los hijos que no nos necesitan tanto e incluso sentimos que llegamos a ser una carga para ellos. Volver a crear prioridades, rutinas en una sociedad que nos hace sentir que somos menos útiles o también una carga.
¿Quién soy? Mi identidad Muy unido a lo descrito en el apartado anterior, con cada cambio físico, de salud, de estatus y de cambio de ciclo nos sentimos raros con nosotros mismos. Notamos que no pensamos igual, en ciertos aspectos, nuestros valores y/o prioridades, gustos también pueden cambiar. La seguridad que nos daba "el ser" de una etapa, ya no nos "sirve", no somos los mismos, la evolución es inevitable, nuestras vivencias nos han cambiado.
Debido a todo lo anterior podemos sentirnos más inseguros, inquietos, angustiados, también tristes por lo que dejamos atrás y no estar en plenitud, frustrados por lo que no hemos logrado. Además no comprendemos qué nos pasa, porque lo que hacíamos antes y lo que antes nos identificaba, ya no nos "sirve", lo vemos ajeno. Todavía no conseguimos volver a identificarnos con nuevos hábitos, actividades, ideas y actitudes porque no comprendemos cual es el "nuevo" sentido para nosotros, todavía no lo conocemos porque todo ha cambiado mucho y es difuso e inestable.
Qué nos pasa y qué podemos hacer Si estamos viviendo y nos sentimos identificados con las situaciones anteriores, según mi experiencia, estaremos pasando por una "crisis" si:
- Sentimos malestar, como podría ser, tristes, desmotivados, angustiados, incomprendidos, confusos... - Es un malestar que no se alivia con el paso del tiempo - Con nuestros propios recursos, utilizados como instrumentos en otros momentos de malestar, no mejoramos.
Es posible que estemos inmersos en una "crisis" o la hayamos pasado, pero no esté superada del todo.
Si es así, y para no pasar de malestar a sufrimiento, lo recomendable es acudir a un psicólogo/a. El psicólogo/a hará una valoración del porqué de tu dolencia, causas, si es reciente, se ha cronificado y el plan de tratamiento más adecuado y "a medida" para tu caso.
A grandes rasgos, y si es por "duelos acumulados" nos centraríamos en identificar esos cambios o pérdidas, qué relación tienen entre ellos, cómo te sientes, si están aceptados, procesados y/o superados o por el contrario, tienen "un peso" en ti, no te dejan avanzar, te influyen más de lo que deberían y limitan y condicionan tu vida. Es el momento de trabajar con ellos, no estás solo/a, con ayuda y sin miedo a recordar acontecimientos, que por su naturaleza altamente emocional, nos cuesta más dedicar ese tiempo, reflexión y trabajo.
Si estamos cambiando de ciclo vital o en pleno ciclo, con todas sus dificultades, lo que te va a ayudar es ponerle nombre a lo que te pasa, hablar de ello, cómo te afecta, si necesitas cambios o tomar decisiones o aceptar la situación, y esperar esa adaptación a lo nuevo, que a veces nos da miedo por desconocido. Con ayuda profesional recibirás asesoramiento sobre lo que te puede estar pasando y superar esa nueva realidad.
Y si además, sentimos que no somos los mismos, nuestra respuesta a ¿quién soy yo? conlleva dudas, será el momento de dedicarte ese espacio de seguridad que supone hacer terapia para sentirte escuchado, aceptado, no juzgado y aprender a vivir "sin todavía" una identidad que de nuevo "te sirva" como imagen y definición de ti mismo.
En cualquier caso, las crisis se superan con ayuda profesional. Con alguien que te ayude a reconocer lo que te está pasando, con los recursos y las estrategias para que no sufras más del tiempo necesario. “La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer” - Bertolt Brecht - |
Noemi Balada
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